Creo que así nos pasa
a todos, desde el nacimiento de nuestro pequeño, nos volvemos padres con
características y expectativas diferentes.
En una visita al
Jardín de Niños, donde me interesaba inscribir a mi pequeño de 3 años, recibí
un comentario por parte de una de las docentes, con respecto a mi hijo.
Me comento que los
movimientos estereotipados o repetitivos que mi niño realizaba, mientras
esperaba mi turno para inscribirlo, no eran normales, me recomendó realizar un
estudio y acudir a un psiquiatra.
En verdad, me
impacte, desde el primer mes de vida de mi pequeño acudí al pediatra de mi
clínica.
Además de que desde
los 6 meses acudimos a estimulación temprana, y el comentario de la terapeuta
especializada, fue que mi hijo tenía una variación o fuerte carácter, que ese
era el motivo por el cual no respondía ni seguía ordenes, la recomendación fue
que tenía que ser muy firme en los
límites y la educación.
Al año de edad, me
indicaron debía pasar a otras institución para continuar con sus terapias.
Recibí, comentarios
de mis familiares más cercanos sobre la poca socialización de mi hijo, falta de
atención y poca interacción con los juguetes que en ocasiones le regalaban.
Mientras buscaba una
persona con la capacidad de contestar mis preguntas e indicarme si mi hijo
tenía algún problema o enfermedad, me preguntaba qué había pasado, con los
médicos que visite por tres años.
Algunos en hospitales
públicos, y otros en consultorios privados, me pregunte, como alguien tenía la
capacidad de emitir un comentario de mi hijo, con solo verlo unos minutos.
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